He prometido
a mi, en principio, luego, al universo… no escribirte, no llamarte, no
acercarme a las zonas en las que pueda encontrar me contigo.
Supongo
que ya no piensas en mi, si es que alguna vez lo hiciste, yo, por mi parte,
consigo pensar menos.
Las
emociones se diluyen con facilidad, casi olvido lo brillante de tú sonrisa y tú
energía siempre alerta al acechó como un cazador en cubierta.
Debería
dejar de adularte, sobre todo, porque ahora no vas a leerme, porque estás
líneas son para mi, nadie más en todo esto.
Confieso
que me siento deprimida, y aunque la
promesa de cosas mejores a cada instante me saca sonrisas, el futuro ahora me
parece tan incómodo… quisiera tirarme en un lago y nadar, ahí, sabiendo que el
agua no va a moverse por un tiempo más prolongado que en un río, al mismo
tiempo estar conectada con la tierra.
Supongo
que te he idealizado, pero bueno todo el mundo lo sabía, hasta la señora de la
tienda cuando me ve pálida y confusa, sabe que es porque te pienso.
Muy
pocos días en Xalapa tal vez una semana e irme, regresar sólo para devolver las
llaves… siento miedo de irme sin volver a verte, pero tampoco tendría muy claro
qué podría decirte.
Sobretodo
porque parto de la premisa que… no hay nada que decir, ¡ah! Por cierto tengo
una crisis existencial y ontológica, quiero ser no Claudia, porque pienso que
así puedo ser yo misma sin sombras ni fantasmas, ¿estaré loca? Ahora quisiera
el estado del no ser y el no-nombre, pienso que lo he contagiado porque la
gente olvida mi nombre o me dice otros… eso me reconforta pienso que puedo
existir siendo yo misma sin un nombre… como hoy que puedo ser veintidós en
símbolo de los días de no-tú en mi existencia.