viernes, 22 de noviembre de 2013

Veintidós

He prometido a mi, en principio, luego, al universo… no escribirte, no llamarte, no acercarme a las zonas en las que pueda encontrar me contigo.

Supongo que ya no piensas en mi, si es que alguna vez lo hiciste, yo, por mi parte, consigo pensar menos.

Las emociones se diluyen con facilidad, casi olvido lo brillante de tú sonrisa y tú energía siempre alerta al acechó como un cazador en cubierta.

Debería dejar de adularte, sobre todo, porque ahora no vas a leerme, porque estás líneas son para mi, nadie más en todo esto.

Confieso que me siento deprimida,  y aunque la promesa de cosas mejores a cada instante me saca sonrisas, el futuro ahora me parece tan incómodo… quisiera tirarme en un lago y nadar, ahí, sabiendo que el agua no va a moverse por un tiempo más prolongado que en un río, al mismo tiempo estar conectada con la tierra.

Supongo que te he idealizado, pero bueno todo el mundo lo sabía, hasta la señora de la tienda cuando me ve pálida y confusa, sabe que es porque te pienso.

Muy pocos días en Xalapa tal vez una semana e irme, regresar sólo para devolver las llaves… siento miedo de irme sin volver a verte, pero tampoco tendría muy claro qué podría decirte.


Sobretodo porque parto de la premisa que… no hay nada que decir, ¡ah! Por cierto tengo una crisis existencial y ontológica, quiero ser no Claudia, porque pienso que así puedo ser yo misma sin sombras ni fantasmas, ¿estaré loca? Ahora quisiera el estado del no ser y el no-nombre, pienso que lo he contagiado porque la gente olvida mi nombre o me dice otros… eso me reconforta pienso que puedo existir siendo yo misma sin un nombre… como hoy que puedo ser veintidós en símbolo de los días de no-tú en mi existencia.