sábado, 26 de julio de 2014

La muerte es vida



Tal vez, si hubiera continuado con la escritura de los cotidianos ahora tendría algo parecido a una novela de viajes, en la que podría desmenuzar una a una mis experiencias en España, en Valencia principalmente, pero en todos los lugares que conocí y las personas con las que pude compartir, pero el cotidianos era al fin y al cabo un blog determinado desde su génesis a ser una extensión de mi vomito personal. Hubiera sido bueno poderle dar un giro a mi pluma y hacerla más generosa, pero no fue así, se volvió más selectiva y egoísta, así que hubo un blog, desconocido por todos los lectores que era sólo escrito para alguien, de quien ahora no recuerdo el nombre. Así, que esa posible novela de viajes, con tintes de cartas a distancia del renacimiento es una obra que nunca será cúspide en los anales de la historia del arte, sino que quedará como basura virtual en el timeline del ciberinfinito.

Quizá, naturalmente todo tiene la necesidad de llegar a la decadencia a su muerte; así como los cotidianos murieron, también veo a la distancia que todo proceso tiene su naturaleza por perecer, a veces los tiempos marcados por el calendario humano con fechas especificas, a veces calendarios que responden más bien a ordenes naturales, y por otra parte cada naturaleza y su propio reloj.

Lo que quiero decir, es que la separación de los cotidianos vino cuando me encontraba en Valencia y vi completamente descontextualizado el hecho de seguir escribiendo. 

Ahora, miro el calendario y veo que me quedan quince días para volver, pocos días, muchos días, sólo días, ¿será significativo, potente o poderoso darle importancia a esto? 

El mundo mágico comienza a despertar, y nuevamente lo ilógico comienza a invadir todos los sitios, las coincidencias comienzan a tener un sentido, y comienzo a dárselo, y el pragmatismo europeo no ha eliminado mi natural ensoñación, tal vez le han dado conciencia política y profundidad a mi mirada, pero sin lugar a dudas es momento de amar y de creer.

Pensaba que podría hacer una poesía de oh, Valencia! como cuando comencé a hacer la mudanza de Xalapa, pero venga! los valencianos no necesitan más poesía mala! Ahora los rumores del viento y los golpes del mar avecinan, divulgan lo que la tierra ya sabía y contó cada día los cielos:

La muerte es vida.