miércoles, 22 de enero de 2014

Secuelas de una adicción. Encuentro en un lugar impreciso. Parte 3.



Mc123 está en una estación de metro con una maleta, la aborda, dentro del vagón, se da cuenta que hay pocos pasajeros, pero los pasajeros que están abordo la miran con insistencia.




No dijo nada importante. ¿Por qué me están mirando todos?


No dijo nada importante. ¿Por qué nos sueñas a todos?


Esto no es un sueño, estoy a punto de irme.


Sí, claro, la línea verde te deja justo en la entrada de Valencia


Las rutas son raras. No voy a analizar exhaustivamente todos los caminos que recorro.


Entonces, ¿qué te dijo?


¿Quién?


¿¡Quién!?


¿Él?


¿¡Él!?


Ah! b-30.


Sí, b-30.


Dijo que… quería saber cómo estaba, quería saber cuándo me iba y quería decirme que me quería y que había pensado en mi por una serie de cosas externas a él y no por él mismo.


Nada mal. ¿Contenta?


No.


¿No?


¡No!


¿!No¡?



¿Esperabas algo más?


Siempre espero algo más, pero a veces sólo obtengo un coro deficiente en el subterráneo de la ciudad de México.


Ah! Pues entonces levanta una queja a tu psique o a la cosa que te aconseja, nosotros fuimos creados por ti.


(Se detiene el metro y se abren las puertas)


¿Qué pasa?


Baja.


¿Bajo?


(MC123 baja del vagón del metro. La estación se encuentra solitaria, del otro extremo se encuentra una mesa llena de credenciales y un hombre que cuida la estación, o cuida la mesa, o sólo está ahí)


¿b-30?


¿Mc123?



(En ese momento entra una camioneta militar y dispara. B30 cubre a Mc123 y b-30 cae muerto. MC123 grita desesperada. La camioneta se aleja).

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