sábado, 12 de octubre de 2013

La creación rebelándose al creador se revela


En la literatura existen personajes, memorables, que se han rebelado a los dioses se han enfrentado a ellos con una pasión férrea. Podemos pensar entrañablemente en Prometeo  que deseando liberar a los hombres por medio del conocimiento les otorga el fuego. Por lo cual, se ve condenado a estar mirando el mar encadenado a una roca. La plusvalía de la rebeldía estaba a la alta cuando personajes como Ulises también acosado por los dioses y sus vanidades encuentra y pierde su destino.

Los anteriores pueden presentarse como los más tradicionales ejemplos de esa pelea que existe entre los creadores y su creación. Tema tocado también por la inglesa Mary Shelly en su Frankenstein personaje que conmueve por la contraposición misma de fealdad, belleza, humanidad y cosificación. ¿cuál es la parte más humana de Frankestein su parte humana o su parte máquina?

De ese modo, quisiera abordar el personaje de Augusto Pérez en la tan famosa novela Niebla de Miguel de Unamuno. Novela en la cual se desarrolla una profunda disertación ontológica y reflexión entre la criatura y su creador, pelea entre el autor vs el personaje. ¿Acaso lo creado toma una vida propia independiente al creador? ¿o el creador vive a través de lo creado? ¿quién vive? ¿quién perdura y quién muere?

Augusto al dejar de ser soñado por su autor muere o ¿se ha suicidado? Acaso el olvido del suicidio le lleva a una muerte impía donde su escritor deja de interesarse en él. De algún modo, puedo sentir la identificación con Augusto y al mismo tiempo con Unamuno, quienes no puedo definir si son el mismo o cada uno tiene una existencia propia independiente del otro, tampoco puedo especificar qué hay de uno en el otro. Sin embargo, si me gustaría evocar el momento de ruptura entre Augusto y Miguel de Unamuno, el cual, se da porque Augusto siente dolor y desilusión de saber que Eugenia (la pianista) lo ha abandonado y se irá a vivir a la provincia con Mauricio (descrito como el novio haragán) quien ha conseguido empleo gracias a los favores de Augusto para con Eugenia en el entendido de que él se casará con ella. 

Cuando Augusto descubre la traición siente deseos de suicidarse, pero decide enfrentar a su creador: Unamuno; y es ahí donde la existencia y la ficción recobran un poder superior.

            ¿Qué posibilidades tiene la creación de rebelarse a su creador? El personaje puede sentirse irreductible y fiero, puede creerse un ser completo y lleno de convicciones, incluso exaltar su falta de sumisión ante la voluntad de su creador y retarlo a que revise sus sentimientos y pensamientos, pero ¿el creador tendrá acaso el poder omnipotente e inamovible de mantener sus pensamientos firmes?

El personaje puede llegar inflexible e indignado pidiendo ser visto como un Quijote si bien loco, si bien soñador, si bien libre; pero el autor puede negarse y con pluma poderosa dejar de soñarlo, de crearlo, de configurarlo y por ello destruirlo.

Así como lo hizo a su semejanza y perfección, el autor crea a veces a sus personajes dotados de cualidades y virtudes que en realidad carecen. El autor siente pena y desasosiego ¿cómo es que ha creado monstruos a su alrededor si esperaba dotar su entorno de bellezas? Puede que viéramos a Zeus hundido en una tremenda depresión luego de ver a Prometeo haciendo lo que su real gana y teniendo que condenarlo al encadenamiento eterno por su soberbia y vanidad, o asistiendo a meditaciones profundas del sobresalto que vivió al saber que a pesar de haber ayudado a Ulises a viajar éste se dedica a desordenar el mundo entero.

Dura la vida del creador que no sabe con exactitud donde comienza la libertad de su creación. Comparto de algún modo el pensar que cuando la creación se rebela y se ve ajena de cómo fue concebida deje de creársele; se le deje libre del todo a su suerte en su belleza o en su autentica fealdad.

Así espero que sin más disturbios ni polémicas el libro La montaña de Alma caiga como después de una odisea en Candileja, recordando también que no hay más enojo ni querella que los vientos sólo ordenen lo que los hombres desordenan. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario