En la literatura existen personajes, memorables, que se
han rebelado a los dioses se han enfrentado a ellos con una pasión férrea. Podemos
pensar entrañablemente en Prometeo que
deseando liberar a los hombres por medio del conocimiento les otorga el fuego.
Por lo cual, se ve condenado a estar mirando el mar encadenado a una roca. La
plusvalía de la rebeldía estaba a la alta cuando personajes como Ulises también
acosado por los dioses y sus vanidades encuentra y pierde su destino.
Los anteriores pueden presentarse como los más
tradicionales ejemplos de esa pelea que existe entre los creadores y su
creación. Tema tocado también por la inglesa Mary Shelly en su Frankenstein personaje que conmueve por
la contraposición misma de fealdad, belleza, humanidad y cosificación. ¿cuál es
la parte más humana de Frankestein su parte humana o su parte máquina?
De ese modo, quisiera abordar el personaje de Augusto
Pérez en la tan famosa novela Niebla
de Miguel de Unamuno. Novela en la cual se desarrolla una profunda disertación
ontológica y reflexión entre la criatura y su creador, pelea entre el autor vs
el personaje. ¿Acaso lo creado toma una vida propia independiente al creador?
¿o el creador vive a través de lo creado? ¿quién vive? ¿quién perdura y quién
muere?
Augusto al dejar de ser soñado por su autor muere o ¿se
ha suicidado? Acaso el olvido del suicidio le lleva a una muerte impía donde su escritor deja de interesarse en él. De algún modo, puedo sentir la identificación
con Augusto y al mismo tiempo con Unamuno, quienes no puedo definir si son el
mismo o cada uno tiene una existencia propia independiente del otro, tampoco
puedo especificar qué hay de uno en el otro. Sin embargo, si me gustaría evocar
el momento de ruptura entre Augusto y Miguel de Unamuno, el cual, se da porque
Augusto siente dolor y desilusión de saber que Eugenia (la pianista) lo ha
abandonado y se irá a vivir a la provincia con Mauricio (descrito como el novio
haragán) quien ha conseguido empleo gracias a los favores de Augusto para con
Eugenia en el entendido de que él se casará con ella.
Cuando Augusto descubre la traición siente deseos de
suicidarse, pero decide enfrentar a su creador: Unamuno; y es ahí donde la
existencia y la ficción recobran un poder superior.
¿Qué
posibilidades tiene la creación de rebelarse a su creador? El personaje puede
sentirse irreductible y fiero, puede creerse un ser completo y lleno de convicciones,
incluso exaltar su falta de sumisión ante la voluntad de su creador y retarlo a
que revise sus sentimientos y pensamientos, pero ¿el creador tendrá acaso el
poder omnipotente e inamovible de mantener sus pensamientos firmes?
El personaje puede llegar inflexible e indignado pidiendo
ser visto como un Quijote si bien loco, si bien soñador, si bien libre; pero el
autor puede negarse y con pluma poderosa dejar de soñarlo, de crearlo, de
configurarlo y por ello destruirlo.
Así como lo hizo a su semejanza y perfección, el autor
crea a veces a sus personajes dotados de cualidades y virtudes que en realidad
carecen. El autor siente pena y desasosiego ¿cómo es que ha creado monstruos a
su alrededor si esperaba dotar su entorno de bellezas? Puede que viéramos a
Zeus hundido en una tremenda depresión luego de ver a Prometeo haciendo lo que
su real gana y teniendo que condenarlo al encadenamiento eterno por su soberbia
y vanidad, o asistiendo a meditaciones profundas del sobresalto que vivió al
saber que a pesar de haber ayudado a Ulises a viajar éste se dedica a
desordenar el mundo entero.
Dura la vida del creador que no sabe con exactitud donde
comienza la libertad de su creación. Comparto de algún modo el pensar que
cuando la creación se rebela y se ve ajena de cómo fue concebida deje de
creársele; se le deje libre del todo a su suerte en su belleza o en su autentica
fealdad.
Así espero que sin más disturbios ni polémicas el libro La montaña de Alma caiga como después de
una odisea en Candileja, recordando también que no hay más enojo ni querella
que los vientos sólo ordenen lo que los hombres desordenan.
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